Relato de Josefina Núñez


MARIPOSA MAICÓN

Uno. Me ataviaría el jerséis grande, de suave lana inglesa, del color de la tierra esponjosa, el que guardo desde el primer abrazo, asombrándome del destino de los objetos, ahora que pregonó la muerte su existencia.

Dos. Me restregaría con tu colonia mi barbilla rasada, como si fuera yo o tú, quien se hubiese aseado, amancillando el ácido desagradable que emanaban tus poros durante los desmanes.

Tres. Incorporaría tu voz imaginaria como añadidos necesitados a los silencios entrecortados de mis frases, como réplicas a las contundencias del día, como respuestas a las dudas de mi irascible pensamiento,  ahora tan monótonas y solitarias.

Cuatro. Me acostaría desnuda para que el sueño transformara el roce de las sabanas en caricias íntimas y en secretos trascendentales para levitar haciendo el amor contigo.

Cinco. Callaría. No recordaría aquel día o aquel recuerdo que tanto tiempo nos hizo perder, porque deseo devorarte con el impulso desviado hacia dentro, ese que mata la cordura, el que no hace daño a nadie.

Seis. Jalaría la mariposa maicón de la caja de tu colección y la echaría a volar para que tuvieras que cazarla otra vez sobre la olivarda, mientras yo, te mirara asombrada de tu sigilosa audacia.
 
Siete, ocho…Cien. Aunque tristemente, haré lo que ni yo misma sé.

Podría transformar la crisálida en alas azules del tamaño de una uña, confiar en la fuerza de la resiliencia, oliendo a costa, a mar. Frágil, pero resistiendo al huracán del trópico, encontrando alimento en las plantas salvajes y esquivando la red de la captura de la mente.  JNM (01.02.2012)