Ventana Literaria: Robert Roc











Hoy muestro en esta sección a un escritor nacido en el Principado de Mónaco donde los fenicios hicieron su colonia y construyeron el templo para rendir culto al dios Melkart; constituido como Principado desde el año 1297 por la familia Grimaldi, o tierra de un gran literato nacional, compositor de su himno, Louis Notari. De Monoikos, como la denominaron los griegos, es Robert Roc.

Eminente erudito, es vicepresidente del centro de escritores P.E.N. de este estado. Fue su representante en la Bienal Internacional de Poesías de Liege, en Bélgica. Colabora en numerosos diarios y revistas de infinidad de países del orbe: Chequia, Grecia, Marruecos, Túnez... Fue director de cine deportivo y de verano. Director de los directorios en prensa del Club Náutico y de la Asociación de Pesca Deportiva del Mediterráneo.

Robert Roc fue condecorado con la medalla a la Educación Física y al Deporte. Es caballero de la Orden al Mérito Cultural. Entre sus publicaciones, hacer mención de: "Jesús, paladín de la esperanza", "Rebelión de lo absurdo", "Las aceras rojas", y coautor de la obra poética "Coaraze, villa medieval".

Este dilecto intelectual es un hombre de honda espiritualidad. Excelente mantenedor y guía de su país, disertando sobre cualquier aspecto del Principado, tanto de la fundación del Circuito de Fórmula 1, por Anthony Nogues, por el año 1920, como del arte, enfatizado sobre la catedral de Mónaco, que data del año 1875, asentándose sobre una antigua iglesia del siglo XII bajo la advocación a San Nicolás, y que fue construída en piedra blanca de La Turbie. O del edificio que alberga el Museo Oceanográfico y el Acuario, o de su preclara Ópera, que diseñara Charles Garnier.

Concluyo esta modesta exposición sobre Robert Roc con su poema "Los trabajadores de la pluma", donde exalta al poeta, su arte y su cotidianidad, en el uso de un lenguaje sencillo y no sujeto a métrica. Dice: "Poeta, me gustaría verte / con un hacha en la mano. / Poeta, observarte antes de un viaje. / Poeta, me gustaría ver / cómo manejas la guadaña... / O cómo trabajas con las redes. / Poeta, qué es... / ¿tan solo un versificador sin ton ni son? / ¿Apenas tiene sentido su arte, / en este siglo, / cuando la máquina es el rey? / Oye, tú que, / como Jesús, las manos del carpintero se estigman de callos, / escucha: / Tal vez los poetas no tengamos rudas las manos / como el leñador cuando derriba un árbol / y lo transforma en tablones / pero sí poseemos vigor en las palabras / para edificar como las vigas de la nueva ciudad / junto al acero cuando la hoja lo corta y lo pule. / Así usamos nos las palabras: / para pulir el cerebro humano... / Campesino: siega el trigo dorado / para obtener el pan de la tierra. / Así nosotros, al cortar el césped, nos nacerán ideas / y echaremos la sal a la tierra. / O seremos como tú pescador / faenadores de redes.... / A nosotros nos queda practicar la pesca de hombres... / ¿Quién se atreverá a decir que nada somos los poetas? / ¿Acaso el viento...?".

Artículo de Graciliano Martín Fumero

Publicado en El Día, de Tenerife