Poema de Miguel Ángel Matamala













Perdido en la ciudad

Noche estrellada de sentimientos pardos

donde la nostalgia encuentra su pasión y desdén.

Calleja revuelta, árboles entre casas de sucios tiznones,

paisaje turbio de encuentros torcidos,

ciudad que emerge como una estampa podrida

sin roce, sin gratitud, sin consuelo.

Mientras cruza callejas con la mirada perdida

en las sombras de la noche

su modelo, su regla maestra, se le esfuma;

ha perdido el convencimiento de alcanzar un propósito.

¿Que le pasa al hombre

que no encuentra consuelo en su pasado

cuando tiene delante la mentira y el flirteo,

la pérdida del dinero y de la alegría,

cuando la diosa del amor, presente en su dicha, se retira?.

En su deambular busca su encuentro con la vida,

y emerge en su recuerdo la campiña,

La infancia la descubre divertida, lejana,

en los campos afines a su morada,

su mirada pierde constancia y frescura

cuando el amor yerra,

tras los pasos confiados de la juventud.

La siembra cansa, el sol agota

y el desamor destroza.

¿Vivir en perplejidad, en la duda

o lograr el deseo de conocer la vida?,

recorrió su mente un agüero hacia el futuro

cuando partió a la ciudad con la certeza de su fortuna.

Ahora como un niño asustadizo,

como un hombre arrepentido,

mira su agujereados brazos,

su mente retorcida de efluvios incoherentes,

su alma destrozada,

sus pasos cansinos,

su inútil voluntad,

contra el bienestar inmediato y pasajero.

La ciudad se le presenta con alambradas,

los semáforos, los automóviles, las terrazas, los árboles,

que lo hacen tropezar y así cae.

En un atisbo de conciencia,

mientras una ambulancia hace sonar la sirena,

se pregunta que hay detrás de la esperanza,

y como un preámbulo a su sino,

cuando es izado en camilla,

tintinea en sus oídos el hogar de su campiña.


Miguel Ángel Matamala Subiza