Poema de Isabel Oliver













EL ORDEN GEOLÓGICO DE LA VIDA

(El primer soneto explica la formación de la Tierra, y la aparición del agua, con el concurso del tiempo y el oxigeno del aire. El segundo, la aparición de la vegetación, los frutos, los pájaros, la música viva que emite el sonido del agua y la fortaleza cromática de los fenómenos y elementos aparecidos: la nieve, los volcanes, el arco iris…El tercero y cuarto hablan de la aparición del hombre y la progresiva decadencia a que es sometida la Naturaleza hasta llegar a un punto donde sólo ya le cabe pedir perdón y resignarse a desaparecer)

I

Al principio eras nada, polvo apenas,

flotando en universo silencioso.

El tiempo te arropó en abrazo ocioso,

paciente seductor de lunas llenas.


De orden cronológico te plenas

y la fertilidad, nombre precioso,

va gestando en tu vientre su grandioso

milagro de verdor que hay en tus venas.


El aire se quedó a vivir contigo.

Con su respiración besó tus pechos.

De tu explosión de vida él fue testigo.


Has abierto tus ojos parturientos.


La sed que moja y sacia se ha crecido

manando de tus centros satisfechos.



II

¡Joven amanecer de la alegría!

De verde intenso y blanco congelado;

de rojo fuego y techo azul poblado

en noches claras de brillo y armonía.


De brava mar salada, que en porfía,

al sibilar del viento se ha aliado.

A cascadas y ríos ha llamado

a orquestar en su orilla poesía.


Tu olor de tierra es de flores preñadas.

la luz dorada ha besado tu frente:

¡ ya han madurado tus frutas tempranas!


Trinan las aves sobre verde en celo.


Hay un jolgorio en el aire latente,

y el arco iris se mece en tu cielo.



III

En tu baño turquesa sumergida

sientes pasar al tiempo lentamente

y alcanzas mayoría concluyente

con la especie pensante aparecida.


Yo arrasé tu verdor hasta la herida.

Oro y piedras preciosas, brutalmente,

dejaste arrebatarte dócilmente

mientras llamé progreso a tu caída.


Es cierto que en un tiempo ya lejano

cultivé el esplendor de las culturas

y conviví en la paz de tu hermosura.

Mas, hoy que todo tengo ya inventado,

mi sed de más no conoce ataduras

y caigo al precipicio por mi mano.


IV

Si giras, Madre Tierra, suspendida

en la bóveda azul del infinito

custodiando la vida, ¿por qué evito

tu desgarrada voz casi abatida?


¿Por qué hundo mi brazo hasta la herida

de tu vientre fecundo, que hoy marchito,

por el servil propósito de un rito

sin ver de mi codicia la medida?


Extinguí a las especies de los mares:

agoté al agua; dejé libre al fuego.

A todo ser viviente di pesares.


Tras esta reflexión muy tarde llego:

tu agonía es mi tumba, y con certeza,

llamarme HUMANIDAD mi gran vileza.


Isabel Oliver