Poema de Nurya Ruiz













EN LA OTRA ORILLA

Quiso creer en los aromas eternos

que desprenden los cuerpos

en épocas estivales,

y sólo consiguió sentir en la piel

ráfagas de viento

con esencias viciadas de otras estaciones.

Aminoró su marcha trasnochada

para evocar sin recelo

los fantasmas de un pasado

tan olvidado como el origen de los tiempos.

Y cayó en un letargo infinito.

Esos sueños entumecidos

activaron en su alucinado espíritu

verdaderas realidades

que no tenían por qué hacer daño.

Y entonces

No hubo prisas,

Ni risas,

Ni bromas,

Ni ironías,

Únicamente voces perecederas

que se diluían como la arena

fina del desierto

cuando se derrama por la estrecha

boca de una botella en mar abierto.

Y ese letargo infinito que la dominaba

se fue convirtiendo instintivamente

en un despertar lento y maravilloso

a un mundo donde las esencias,

de sensuales aceites de olores balsámicos,

resbalaban por su cuello

como tallo recién regado,

esperando allí,

ya sin miedo,

donde un único Dios ampara

las almas que cruzan el Mediac,

a volver a ser amada de nuevo.

Nurya Ruiz