Poema de Fortu Bitán













A LA MEMORIA DE ELADIO ALGARRA

Muere un poeta y toda la creación es conmovida,
porque en su alma vibra la creación entera,
pues no enarbola el poeta otra bandera,
que la bandera victoriosa de la vida.

HA MUERTO UN POETA

Me ha dentellado cruel el desconsuelo,
con boca avariciosa y aserrada,
ya está otra vez de gris el alto cielo

En una triste y fatal precipitada,
me dejo ir como aquel ángel caído,
hacia el abismo silente de la Nada.

Del alma sufro y del alma malherido,
solo el silencio del alma me consuela,
que es silenciosa el alma del olvido.

Una punzante desazón me sobrevuela,
hiere mis sienes como un ave despiadada,
quema mi frente como ávida candela.

Un negro sol tiznando la alborada,
alquitrana y desluce su hermosura,
o es que viste de luto mi mirada.

Mas no podrá callar la sepultura,
el eco siempre vivo de tu prosa,
ni el verbo magistral de tu escritura.

Que regaste con tus versos cada rosa,
y prosaste a los jardines de la vida,
con el rocío de tu palabra virtuosa.

Esta ciudad de cielo y mar vestida,
huérfana está, y dolida por tu ausencia,
se siente por tu ausencia desvalida.

Quiero elevar mi voz con estridencia,
quiere gritar mi alma desgarrada,
y reclamar ansiosamente tu presencia.

Quiero limpiar el negror de mi mirada,
y ver de nuevo un cielo transparente,
quiero pintar de azul la madrugada.

Por los etéreos caminos del oriente,
por los ingrávidos senderos siderales,
bajo un sol que ha de alumbrarte eternamente.

Transitaras por esos mundos celestiales,
iras hilando las palabras una a una,
en un purpúreo rosario de corales.

El corazón amarfilado de la luna,
ha de verter su luz de porcelana,
para tornar en claridad la noche bruna.

Recitará el poeta en la mañana,
su astral poema a tu memoria,
al tañido volador de la campana.

Por los cósmicos espacios de la gloria,
han de danzar los bellos querubines,
con el lírico versar de tu oratoria.

Pero aunque luzcan alas los confines,
no se dará nuestra aflicción por aliviada,
ni han de vibrar, danzantes, los violines.

Que está la pena, por tu muerte, agigantada,
y entono mi oración como un lamento,
y es mi plegaria invocación desconsolada.

Con la embestida de un viento turbulento,
con una brusca y terrible sacudida,
sesgo tu vida la muerte en un momento.

Sesgo la muerte de un tajo tanta vida,
gano la muerte su tétrica batalla,
dejándonos la ausencia de tu ida.

Ya está otra vez mi corazón que estalla,
y es un golpe de dolor cada latido,
una herida sangrante de metralla.

Que ya te has ido, trovador, que ya te has ido,
siguiendo el alto norte de otra meta,
y hemos perdido un prosador, lo hemos perdido,
hemos perdido para siempre un gran poeta.

Fortu Bitán