Poema de Amalio Jiménez











DESAGRAVIO A NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD

Negro velero que en la noche oscura

al furor de las olas entregado,

al rayo expuesto, al temporal airado

por hallar faro y puerto se apresura.


Débil bajel que al huracán se agita

y el escollo incisivo le amenaza

y una lengua de fuego se le abraza

y a sima de pavor lo precipita.


Santa Mujer: como infeliz barquilla

que en densa tempestad se balancea,

será tu Soledad cuando se vea

al paso por las calles de Melilla.


Santa Mujer, a quien amor divino

puso en el corazón bruñido acero,

si es sendero de espinas tu sendero

es destino de glorias tu destino.


El pueblo que te mira y que te llora

y en pos de ti tu soledad comparte,

tiene, Virgen de Amor, para entregarte

un manto que te abrigue en esta hora.


Pues siendo, con Jesús, corredentora,

al árbol de la cruz estás clavada.

¡Oh Virgen, que naciste inmaculada!

¿qué amor te condenó, Santa Señora?


¿Qué viento al arrecife tenebroso

la nave de tu vida, cruel, arroja?

¿Qué mano pecadora te despoja

del fruto de tu vientre generoso?


¿Qué espantoso aquilón ha desgarrado

tu corazón de madre, solitario,

y empuja tu dolor hasta el calvario

de ver morir a un Dios crucificado?


Santa Mujer, que a compasión se entrega

de un mundo que a la cruz la ha conducido,

si espada de traición te ha malherido,

ungüento de piedad ahora te llega.


Si cada cirio que esta noche alumbra

tu marcha dolorosa, Virgen Santa,

y si cada oración, cada garganta

que habrá de acompañarte en la penumbra

de tu trágico andar desconsolado,

el llanto de tus ojos enjugara,

tu acerba Soledad encaminara

a puerto en que acabara tu cuidado;


Si cirio y rezo fueran lugar cierto

que diera a tu dolor benigno amparo,

implorando perdón por tu Hijo muerto

en cada cirio hubiera por ti un faro,

en cada rezo hubiera por ti un puerto.


Amalio Jiménez Segura (Año 1981)