Poema de Fortu Bitan











EL ÁRBOL TALADO

Oh árbol, tú, que fuiste un día

silvestre vertical de verdes y

de frutos,

de aromas y resina,

hoy te ves reducido a doméstica

madera.

Llegó a ti el hombre

con manos de metal y dientes puntiagudos,

serró tu cuerpo y mutiló

tus brazos de verdes primaveras,

se estremeció tu cabellera,

y tu carne lloró su savia espesa

y viva,

su sangre ambarina y

pegajosa,

se derramó tu alma empapando

la raíz oculta donde

apoyabas tus largos pies de

serpiente subterránea.

Luego te secuestraron del bosque

aquél donde habitabas

rodeado de fragancias y murmullos

de arroyos cristalinos,

y tu carne abierta dejaba un reguero

de aromas que perfumaban senderos y caminos,

y en tu agonía de árbol malherido,

seguías llorando sangre.

Oh árbol,

órgano campestre dándole vida a la vida

con tu vida, oxigenando el aire,

cobijando aves,

protegiendo alas,

regalando sombra,

aliviando soles,

contemplando amaneceres

desde el primer alba del mundo,

te baño la escarcha primigenia

y el sol primero curtió tu piel

de sempiterno campesino.

Protagonista legendario de un

incierto paraíso, cuando allá lo

del pecado.

Ahora calientas un hogar,

cuando hecho leña,

ardes como el mismo fuego

que te abrasa y te consume.

Testigo mudo de íntimos secretos,

silla, mesa, percha o puerta,

eres ya materia inerte,

una presencia muda

de primavera asesinada.

Fortu Bitan