Colaboración de Emilio Sánchez











REFLEXIONES DE UN JUBILADO

Aquí estoy, en mi diminuto despacho, delante del ordenador. Hoy no sé sobre qué demonios escribir. Estoy aburrido; medito, o más bien, divago. En realidad mi mente va de acá para allá sin detenerse en nada concreto. Todo parece indicar que dentro de mi cabeza no hay más que humo y mis pensamientos se enredan en sus volutas sin llegar a vislumbrar qué hay detrás. Estoy perdido en su maraña. Cuando me doy cuenta de la situación trato inútilmente de sacudirme el aturdimiento y miro a la ventana. Chispea. Las leves gotitas caen sobre las anchas hojas de la platanera del jardín. Algunas descienden lentamente por ellas, se detienen en los bordes y esperan la llegada de otras compañeras que las engorden, luego se dejan caer al césped. Vuelvo la mirada al teclado como buscando cómo juntar una letra con otra. Sigo igual.¡Nada! Pero no me desanimo. “Tengo todo el día por delante, algo se me ocurrirá” –me digo e intento estimular las neuronas. Antes, cuando no tenia tiempo para escribir, nunca me faltaban ideas. ¡No te joroba! Me consuelo pensando que hoy no iré a trabajar, como ayer, como anteayer, como hace meses. Mañana tampoco, ni el pasado mañana, ni el otro… “¡Soy libre!” Eso exclamé cuando me jubilaron. “Ahora podré hacer todo lo que no he podido durante mi vida laboral”, casi grité, gozoso. ¿No era eso lo que quería? ¿entonces…por qué me siento tan perdido? ¿No iba a hacer tantas cosas cuando fuera “libre”? Escribir, pintar, leer, viajar… ¡qué se yo! ¿Entonces, por qué estoy triste? ¿Es por mi falta de ideas o es por… la jubilación?

Prejubilación, jubilación; da lo mismo. El calendario y los reglamentos dicen que ya he cumplido la edad reglamentaria. ¡Vamos que para la Administración soy viejo! que no puedo seguir trabajando, que estoy más cerca de eso que llaman tercera edad, del Inserso, que de otra cosa. En cambio, yo me siento bien, hasta joven. En confianza, te voy a contar un secreto. Sólo para ti: Cuando sueño, y lo suelo hacer con cierta frecuencia, en mis visiones eróticas me veo como un chaval y ligando con chicas aún más jóvenes y lozanas. ¿Es mi cabeza la joven mientras el cuerpo ya no lo es? Eso debe ser.

Dicen que jubilación etimológicamente viene de júbilo. ¡Vaya júbilo! Y que se entra en un permanente jubileo. ¡Una leche! La realidad es que los amigos, la familia, te dan la enhorabuena, te dicen aquello de “ahora a disfrutar”, pero en realidad te están callando que con la jubilación pasas a algo muy parecido al olvido, al archivo de pasivos, donde poco a poco te cubre una buena pátina de abandono, de polvo y… de cruel olvido.

Entonces…¿qué hacer, deprimirme? ¡Y una leche! ¿Sabes lo que te digo, amigo? Que si ahora no se me ocurre nada, ya se me ocurrirá, quizás dentro de cinco minutos…o de cinco días y que tú y yo… y ese que pasa, aunque tengamos algunos años ya, aún somos jóvenes y estamos libres para hacer cosas y demostrar que aún valemos, que no estamos para que nos archiven, ni nos olviden, y se lo vamos a demostrar. ¿A que sí? ¡Pues, hale, vamos!

Emilio Sánchez

Autor de "El Escudo Nazarí" y "Cuentos del condestable"