Artículo de Paco Casaña dedicado a Eladio Algarra, maestro y poeta melillense













Hoy no puedo escribir un poema, Eladio,

Me inunda una tristeza de siglos que no me deja expresar lo que ahora pienso, y me estremezco como roca a tu mar que hoy, oscura, siempre me desborda.

Quiero escribir no obstante, para hacerte llegar lo que siento, para estar otra vez a tu lado, y no encuentro la manera de decirte;

Que cada verso tuyo es una página preciosa de tu vida, un rincón por donde pasan los sueños que llevan los aires de poniente, un camino siempre adelante para seguir amando, para encontrar la claridad que ilumina tus cantos, tus bondades, tu eterna pasión por Melilla.

Hoy, tus alumnos, tus amigos, tus poetas… están poniendo rosas donde crecen los jardines, y te acompañan andando sobre tus pasos, por callejones y plazas con aires de luces nuevas.

Hoy Eladio, los infinitos caminos de esta tierra, a la que tanto amaste, se han llenado de ausencias…

Hoy, se ha horadado un hueco inmenso en el corazón del poeta y los ecos de tu voz ya no encuentran sus latidos… Estoy leyendo tus poemas y mis lágrimas ruedan solas por los profundos surcos de la pena.

Siento estos versos, que ya no tienen tu voz rota, pero viven en la huella de tus pasos, por encima del cristal de tu mirada, por tu flequillo de niño que va buscando alboradas y en el corazón de este poeta que, ahora, pasea a tu lado cogido a tus palabras como un niño emocionado…

¡Cuanta alegría hemos puesto en todas nuestras cosas! Cuanto camino juntos, cuantos recuerdos cuando me asomo a ese hermoso balcón por el que siempre mirábamos la vida…

Hoy estoy muy lejos, Eladio, tu si sabes por qué, pero mi mente está ahora en la orilla de ese mar melillense de azules y platas, y oigo cómo tus palabras se van zarpado sobre un poemario de infinitas mareas, y unas huellas por la arena se van andando por su orilla, buscándote como yo ahora, Eladio...

Cómo me gustaría explicar aquellas cosas que tus versos escribieron mientras mi piel se estremecía…

No se como expresar el sosiego que brindaron a los días de traje gris y mente opaca…

No, hoy no encuentro ese poema, Eladio, aunque lo siento en lo más íntimo de mi ser...

Pero te imagino viviendo en cualquiera de esos colores con los que escribías, en ese instante eterno en el que los dos, abríamos nuestras puertas a un mismo cielo y brindábamos a nuestro pueblo, los pulsos de nuestro canto; enamorado, dolido, hiriente o dormido en ese recodo de todas tus soledades.

Que sincero siempre, Eladio, que elegante en tus palabras, que manera de entregarte sin prebendas, con la pluma limpia y el aire limpio y las palabras que solo saben decir lo que sienten, como tú las dijiste siempre…

Jamás podré olvidarte, Eladio, compañero del alma, poeta. Nos has enseñado tantas maneras de andar Melilla limpiamente, hermosamente… ¡Qué solos nos hemos quedado!… Pero habré de seguirlos, hasta llegar al confín de los sueños, hasta el balcón de las fuentes del agua, hasta el albero y la sangre, hasta las luces del alba, hasta el final del camino.

Como tú lo has hecho, Eladio. Limpiamente.

Paco Casaña. 24 de Marzo de 2011