Colaboración de Adelaida Díaz Gálvez










TRABAJAR

Trabajar es el suspiro, el gran deseo de esos jóvenes que dejaron de jugar, de pensar, lo suyo era estudiar.

Y ahora en la frontera de los años se pregunta ¿Para que no dejé de estudiar? Si soy una carga para mi familia.

Por regla general, es de rostro pálido, pensativo, depresivo. Algunas veces va a la iglesia y allí en solitario le pregunta a Dios: Si el trabajo fue un castigo ahora se ha convertido. el no tenerlo es un suplicio que nos martirizará por muchos años, seremos la generación de los marginados.

En la fila de los parados ve a esos atléticos que ni en los trabajos mas duros no son admitidos, a esa bellas jóvenes lamentándose de su situación, mis padres son ancianos y mis hermanos y yo estamos en el paro.

El habla con su cerebro, quien tiene la culpa de esto. Los bancos que ya enriquecidos cerraron sus grifos para tener sus dineros seguros.

Los empresarios, esos que sólo con un empleado lo sustituyen dejando a tres o mas desgraciados en la calle. Que nadie espere nada de los gobiernos, estos están debatiéndose para no perder su puesto.

En cierta ocasión alguien pregunto a un mocoso .¿Qué serás cuando seas mayor? Con esa inocente crueldad contestó parado como mi papa.

Tal vez tendría razón ...Que será de ellos como no lo remedie Dios, pues la crisis se ha agarrado a su trono y si entre todo no lo remediamos ...

Cuantos son los que se aprovechan de esta situación, algunos se hace mas necesitados para acaparar más.

Y otros que tienen un estatus desahogado quieren seguir flotando en dineros sin importarles nada.

Tendríamos que hacer un monumento a todas las ONGs, a toda esa gentes que lo dan todo por los demás.

Pobre mundo entre guerras, opresiones y privaciones de esos que solo tienen maldad sin remordimientos.

Todos tendríamos que actuar para que nada de esto pasara, para que no existieran mártires por querer trabajar y comer.

Adelaida Díaz Gálvez

a-diaz@hotmail.es