Poema de Carpino











A CÉSAR JIMÉNEZ SEGURA


A mi amigo Cesar, a quien Dios, seguro, lo tiene cerca; en el décimo aniversario de su muerte, por la admiración, respeto y afecto que siempre, desde que tuve el privilegio de conocerlo, le he profesado.

Carmen del Pino Millán (Carpino) 28 de septiembre de 2010


Y el aire huele a brío ordenado, en Chacel,

a espada y vena, a soñador eterno

y a un sueño con sus sueños eclipsados en oropel.


En fábrica, de fuego y aire, le caló tu retiro

a este humano cielo de caducos resplandores;

tu fuiste unidad de luz viviente, empuje sin respiro


Ahora eres argumento de este acto, su aureola.

Sin ti seria vano su sentido, parecería todo equivocado;

Chacel, un embudo, un socavón, la boca de una gárgola.


Aquí estás, callado, y nuestras almas calladas, y la calle…

Pero se escucha vibrante el grito en las venas y se me calla

la sangre. Nuestras palabras llegan vehementes a tu talle.


A esta esquina donde tanto gustabas eternizarte

quizás, inventando las escenas en el rizo del sigilo.

O tal vez, sabiéndote de ella, segmento y parte.


Era este, un lugar…; su destino ser el lienzo donde plasmarte

Tu eterna presencia inunda de cálida luz este paso.

Con tu estampa, le incluyeron la belleza del estandarte


¡Amigo!, tus interludios tornarán de su clausura

y destilará, de nuevo, tu oficio entre bastidores

buscando un pleno, al último hilo de tu escultura.


Es posible que levantes de tu estado nazareno

que, despiertes a la ingenuidad de tu luna huérfana,

a la fragante resina de los actos que vuelan llenos.


Como un río de letras que, se desboca del escenario presente,

te adivinará la curva de la tutelada luna de todos las épocas;

consagrando tu fragante esencia, en una unidad potente.


Entonces, se desbordará la tinta entre amateurs, bambalinas,…

y TU; para descubrir un pleno al último hilo de poesía.

¡Maestro!, ¿en qué tierra laboras la docencia de tu disciplina?


Se arrulla en el aire un himno de luz extraña, sin calma,

Que fluye del verde susurro de los arboles, ecuánime,

Mientras, la luz se distribuye en derredor de tu alma,


La luna brilla indecisa y los pájaros vuelan transparentes,

como una ola de espuma que no conoce su arrecife

y que, se anticipa a un ocaso inevitable entre las rompientes.


Cesar, nacerás como te fuiste, como el Fénix, fiel a ti, reinante;

y serás de nuevo tu antiguo límite,… confetis, espuma, nieve;

y volverás a tu Melilla, como un meteoro de sol, deslumbrante.