Poema de Adelaida Díaz Gálvez











QUE TIEMPO TAN FELIZ


Qué tiempo tan feliz cuando yo pensaba y ahora en mi mente nada se altera. Qué tiempo tan feliz cuando a la comba jugaba. Cuando era una jovencita recatada tan delicada que con todo me alarmaba y ya ves ya nada me sobresalta.
Qué tiempo tan feliz cuando la primavera llegaba y siempre me enamoraba, del color de las playas, del velero que me traía mi pasión aplazada, era un tiempo tan feliz que nunca acababa y lo agarraba con el alma
Me gustaba junio con las cerezas colgadas como pendientes de rojo coral. En agosto las uvas la tierra besaban. Me gustaba tumbarme a la sombra de la higuera y disfrutar de sus frutas primeras.
Me gustaba salir y ver los pequeños bosques, tan brillantes, tan llenos del fresco verdor, me sentía rodeada de Dios y sus pequeños guardianes esos arbustos que sirven a las garzas de asiento.

Había tanta maravilla que me quedaba extasiada me elevaba con la mente ante el tapiz que la naturaleza me ofrecía.
No deseaba volver ni dejar de escuchar el gorgoteo del agua ni esa paz que tan pocas veces se alcanza.
Los vientos me adormecían tan suaves ... Detestaba los acelerados de las grandes ciudades.
Me gustaba esa luz que apenas se escondía de las penumbras. Había árboles que parecían desnudos, y mas tarde se mostraban llenos de flores, moradas, amarillas, y otras doradas por el sol que las abrazaba.
Me detenía a escuchar a las cigarras que alocadas disfrutaban de esta magia. No necesitaba nada más para ser feliz, me apenaba los que no valoraban en nada estos tiernos gozos.
Me llenaba los ojos, el alma y los bolsillos de tantas sorpresas que me daban estas galas.
Quise ser estatua entre tanta belleza o ser árbol en esta antesala del cielo. Me hubiera gustado ser pintor de este tapiz y ponerlo en el cabecero de mi lecho sería refugio de mis deseos.
Qué tiempo tan feliz y poder haber vivido todo esto.

Adelaida Díaz Gálvez
a-diaz@hotmail.es