Colaboración de Adelaida Díaz Gálvez









VER

Llueve dulcemente pausadamente lentamente. Deseo mirar al cielo a las estrellas, tantas veces no lo hacemos es por falta de tiempo por desidia. Es tan bello ver despertar la ciudad ver las caras de niños desvalidos.

Quiero llegar de nuevo regresar a esos lugares que retengo en esas imágenes que conservo en mi vida.

Escucho el trino de las aves que van en bandadas y revolotear tras las dalias parece que quieren escuchar el poema que el aire silva.

Qué belleza se plasma nada más despertar el alba, ver los árboles en las laderas de los montes en todo los caminos luciendo flores con copos de armiño, otros con sus ropajes rozados y los más atrevidos con rojos abolorios.

Están las diminutas flores adornando camino y matorrales otras con sus trompetas anunciando fiestas.

Siento deseo de ser pájaro volar al infinito sobre el manto verde de la pradera que nos invadió una tormenta de flores.

Solo Dios hace feliz al hombre con tanta belleza recuerdo como brota la amapola vi tejer las nubes con sus blancos tules vestirse de hada.

De terciopelo estaban las cimas de los montes eran como salpicada de oro en polvo, los olmos majestuosos luciendo sus ramajes y hojas de plata al sol.

Cuanto lamento a veces sentirme invadida por mis emociones sin control sin poder evitar el llanto o mi desbordante alegría.

Qué incomprensible es la indiferencia la frialdad de los humanos.

Entonces recuro a esos desprotegidos seres que tanto agradecen las caricias de mis manos sobre su lomo.

Hablo con mis hermanos los árboles, o con las hermosas flores que me permiten ver toda la belleza que por doquier y suspiro ...y repito que bello es ver.

Adelaida Díaz Gálvez

a-diaz@hotmail.es